La contínua rebelión del norte de Israel amenaza su pacto con Dios, pero Dios envía a Oseas para advertirles del juicio que se avecina y para instarles a arrepentirse.
El reino del norte de Israel disfrutó de un éxito moderado al conquistar reinos vecinos, pero estaban espiritualmente en bancarrota. El rey Jeroboam II, uno de los peores reyes en la historia de Israel, se volvió apático y permitió la adoración de ídolos en la nación, lo que abrió la puerta para que los israelitas hicieran trampa, robaran e incluso se asesinaran entre sí. Al enfriarse y alejarse, el pueblo se había olvidado del amor infinito de Dios hacia ellos, lo que había dado lugar a consecuencias trágicas.
Pero Dios no olvida a Israel ni siquiera en su autodestrucción. Todavía hay esperanza. Dios enviará un mesías para restaurar a Israel a la fidelidad al pacto y la relación con él.
Dios es fiel para siempre
Dios envía a Israel al profeta Oseas durante el reinado del rey Jeroboam II para comunicar cuánto está disgustado al verlos adorando a otros ídolos y dependiendo de naciones extranjeras. Aunque el pueblo no ha sido fiel compañero del pacto con Dios, su compromiso con ellos se mantiene.