Sacrificio y propiciación

Analizar

Preguntas para la reflexión personal o conversación grupal:

1. Imagina un mundo de paz, justicia y amor. En un mundo así, ¿cómo se comunicarían las personas entre sí? ¿En qué manera las personas invertirían su tiempo y dinero? ¿Cómo usarían su poder las figuras de autoridad?
2. Cuando las personas se niegan a actuar con paz, justicia y amor, causan estragos; a esto lo llamamos "mal". ¿De qué manera nuestras relaciones y el entorno circundante sufren el mal (por ejemplo, Génesis 4:10-12, Rom. 8:22-23)?
3. Para sanar ese sufrimiento, primero hay que hacer algo para eliminar el mal. Pero, ¿qué pasaría si Dios eliminara todo lo que contribuye al mal en el mundo? ¿Alguien sobreviviría? Analicen esta paradoja en grupo y, si es necesario, revisen el video (0:22-1:15).
4. Analiza cómo Dios resuelve este problema mediante el sacrificio de animales y, más tarde, mediante el sacrificio de Jesús. ¿Qué representa el sacrificio de animales? ¿Por qué Jesús es un sacrificio más perfecto? Revisa el video o profundiza leyendo Hebreos 9:6-14.
5. Lee Mateo 26:26-28. ¿De qué manera práctica podemos recordar el sacrificio de Jesús? ¿En qué modo concreto podemos imitar el sacrificio de Jesús y reparar las relaciones (por ejemplo, Juan 15:9-13, Mateo 5:23-24 y Colosenses 3:12-14)?

Para los más curiosos…

El don del sacrificio

A pesar del hecho de que la mayoría de los humanos anhelan vivir en un mundo donde la bondad y la justicia prevalezcan, constantemente nos encontramos impulsados a sembrar el caos y la destrucción; a esa fuerza que nos impulsa la llamamos maldad. La maldad arruina las relaciones entre los seres humanos y nuestra relación con Dios. Y para que estas relaciones se restauren, debemos corregir lo que la maldad ha destruido.

Únete al sacrificio de Jesús

Nuestras tradiciones cristianas reflejan el acto expiatorio de la muerte de Jesús en la cruz y la resurrección a una nueva vida. Al igual que Jesús, que descendió a la tumba y resucitó, los cristianos se unen a él, a través de la práctica de descender en las aguas del bautismo para ser levantados a una nueva vida. También recordamos el sacrificio de Jesús cuando tomamos la Eucaristía o la Santa Cena. Y no olvidemos que en la última comida de Jesús con sus discípulos, él dijo que su cuerpo iba a ser partido por la humanidad y que su sangre iba a ser derramada por todo el pueblo de Dios.

Aún hoy, nos unimos a estos rituales para recordar el sacrificio expiatorio permanente de Jesús que nos reconcilió con Dios y arregló todo lo que había sido destruido.