Dios es un dios generoso, pero a lo largo de la Biblia, los humanos acaparan los buenos regalos de Dios. En este video, analizamos cómo vivir siguiendo el ejemplo generoso de Dios.
La historia de la Biblia comienza con un hermoso retrato de Dios como anfitrión generoso, que provee todo lo necesario para que sus criaturas disfruten de su mundo bueno. La narración de Génesis 1 retrata a Dios como el que ordena y da vida a una creación que genera valor en sobreabundancia. Cuando Dios nombra a los humanos como sus socios y cogobernantes sobre la creación, él suple todas sus necesidades y les pide que confíen en su generosidad y vivan según su sabiduría. Pero los humanos rápidamente comienzan a dudar de la generosidad de Dios.
Una mentalidad de escasez
La historia bíblica muestra que Dios elige una familia para restaurar la bendición de la abundancia a todas las naciones. Se suponía que Abraham y la nación de Israel serían el vehículo de la abundancia de Dios para los demás. Sin embargo, a lo largo de la Biblia hebrea, los israelitas viven con una mentalidad de escasez, se niegan a confiar en la provisión de Dios y caminan hacia la autodestrucción. La historia de la Biblia hebrea termina con toda la humanidad hundida en el caos que ella misma ha creado.
El reino de abundancia de Jesús
La obra de Jesús en la Tierra es la respuesta de Dios a una historia de egoísmo humano. En una gran reversión de las expectativas, Dios da el regalo supremo: se da a sí mismo. En Jesús, vemos que el Dios creador se identifica con el sufrimiento y el miedo a la escasez de la humanidad. Jesús optó por no tener comida ni refugio adecuados y se acercó a las personas sin techo y hambrientas para compartir la abundancia de Dios con ellas. En última instancia, Jesús permite que el egoísmo de su propio pueblo lo mate y vence la maldad con su amor generoso al resucitar de entre los muertos. Él invita a sus seguidores a vivir como si la realidad futura del Reino abundante de Dios realmente hubiera llegado aquí y ahora.
Una mentalidad de abundancia
Jesús resucitado invita a sus seguidores a imitar su vida de generosidad hacia los demás. Vivir generosamente requiere una postura de confianza en Dios con raíces en la convicción de que Dios nos ha dado todo lo que necesitamos. Si Jesús dio el regalo supremo de su vida por nosotros, a pesar de nuestro egoísmo y fallas, la única respuesta razonable es extender ese mismo regalo amoroso a los demás. La historia de Jesús tiene el potencial de recrearnos a imagen del Dios generoso al que le encanta dar con abundancia.