El gozo bíblico es más que un sentimiento de felicidad. Es una emoción duradera que proviene de la elección de confiar en que Dios va a cumplir sus promesas.
Preguntas para la reflexión personal o conversación grupal:
Los israelitas eligen un camino lejos de Dios. Como resultado, son exiliados de su tierra y dominados por naciones extranjeras. Pero el profeta Isaías sabía que la tristeza no sería la última palabra para ese pueblo. Él anhelaba el día en que Yahweh acabaría con el dolor y la corrupción para guiarlos a una vida eterna y gozosa. Lee Isaías 49:13 e Isaías 51:11. ¿Qué nos dice Isaías sobre el carácter de Dios en estos pasajes? ¿Qué dice Isaías que le sucederá al pueblo de Dios?
El profeta Isaías anhelaba la venida del redentor de Israel. Sus profecías se cumplieron con la llegada de Jesús. Lee Lucas 2:9-11. ¿Por qué tenían miedo los pastores? ¿Qué razones les dieron los ángeles para que en lugar de ello se regocijaran?
El gozo puede persistir en las circunstancias más duras porque depende de Dios y sus promesas. Lee Mateo 5:11-12, Hechos 13:50-52 y Hebreos 12:1-3. Según esos pasajes, ¿qué verdades específicas sobre Dios pueden sostener el gozo incluso en situaciones dolorosas o terribles?
Cuando vemos cómo la forma de vida amorosa de Jesús ha superado la muerte misma, el gozo comienza a ser extrañamente razonable. Pero eso no significa que sea sabio ignorar o suprimir la tristeza. Lee 2 Corintios 6:3-10. ¿Cómo integró Pablo el gozo y la tristeza?
Tómense un tiempo para hablar de otros temas, preguntas o conclusiones clave a partir de lo que aprendieron juntos.
Durante siglos, los cristianos de todo el mundo han dedicado las cuatro semanas previas a la Navidad para prepararse para la celebración del nacimiento de Jesús. Es un tiempo en que contemplamos su primera venida mientras anhelamos su segunda venida. En las cuatro semanas de Adviento, meditamos en la esperanza, la paz, la alegría y el amor.
Llega el Príncipe de Paz
La Biblia hebrea termina con el pueblo de Dios esperando expectante al rey supremo: el ungido que iba a traer la paz al mundo. En el libro de Isaías, leemos la profecía sobre el tan esperado mesías: "Porque un niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros. Y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz".
Cuando nació Jesús, los ángeles anunciaron su llegada a la Tierra declarando: "Les traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo; porque les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor".
Y todavía esperamos
La llegada de Jesús activó las promesas de Dios y las profecías de la Biblia hebrea. Los relatos del evangelio declaran que Jesús es Dios en forma humana, su Hijo que vino a la Tierra para reconciliar al pueblo de Dios a la alianza del pacto con Dios. Durante el Adviento, nos unimos a una tradición de varios siglos y esperamos. Así como el pueblo de Dios esperaba ansiosamente la llegada del mesías, nosotros recordamos su esperanza y anhelamos el regreso final de Jesús, cuando reúna al Cielo y a la Tierra en la nueva creación. Jesús es el Rey supremo, que encarna la paz, la alegría, la esperanza y el amor de Dios; vino a la Tierra para que pudiéramos volver a estar unidos a Dios.